Nueve electos representantes de origen latino, que quieren llevar la voz de su comunidad al Congreso, reforzarán al Partido Demócrata estadounidense a partir del 3 de enero cuando se instale la Cámara Baja resultante de las elecciones de medio mandato del pasado 8 de noviembre.

La bancada progresista contará con un total de 41 escaños en manos de legisladores latinos. Será la cifra más alta de su historia y podría llegar a 42 si Rudy Salas consigue imponerse en California a David Valadao.

Los nuevos representantes confirmados, mientras esperan los resultados definitivos, se estrenan con la voluntad de luchar por las preocupaciones de los latinos, como un trabajo digno o una reforma migratoria que facilite una vía para los indocumentados, y se muestran convencidos de que con esa lucha contribuirán a mejorar las condiciones de toda la población.

Aunque son conscientes que tienen mucho camino por delante, se sienten confiados de poder hacer un buen gobierno, conforme anunciaron durante la presentación en Washington por el comité de acción política Bold Democrats, que impulsó sus candidaturas: «Llegamos para quedarnos».

Maxwell Frost, de origen cubano y 25 años de edad, será el primer integrante de la generación Z en sentarse en el Congreso, en su caso en representación de Florida, mientras que Robert García (California), peruano, llegará al escaño como primer congresista inmigrante abiertamente gay.

Delia Ramírez (Illinois) será a su vez la primera congresista latina del Medio Oeste y Greg Casar el primer latino en representar el distrito 35 de Texas. Completan la nueva bancada Andrea Salinas (Oregón), Gabe Vasquez (Nuevo México), Yadira Caraveo (Colorado), Rob Menéndez (Nueva Jersey) y Marie Gluesenkamp Perez (Washington).

«Como hija de alguien que cruzó la frontera en su primer trimestre de embarazo por Guatemala y México, y que casi se hundió en el Río Grande para que su hija pudiera nacer en este país, os digo: Estamos aquí y no nos vamos a ir a ninguna parte», afirmó Ramírez.

«Nosotros sabemos qué significa exactamente el patriotismo. No es un América primero y pensar solo en ti, sino amar tanto tu país que quieres ayudar a la gente que está en él. Yo sé cómo se siente la pobreza, qué es no estar documentado y tener una madre que limpia casas», añadió García en esa intervención.

Su formación no conservará el poder en la Cámara de Representantes en enero: los republicanos se han asegurado la mayoría con los 218 escaños requeridos como mínimo, si bien los demócratas en el Senado sí mantienen su actual control.

El apoyo latino dio un espaldarazo importante a la bancada demócrata en los pasados comicios. Según el sondeo auspiciado por organizaciones como Latino Community Foundation o Mi Familia Vota Education Fund, presentada la semana pasada, casi dos tercios de los votantes latinos apoyaron a aspirantes progresistas.

«Cuando te implicas con la comunidad latina, cuando apuestas por ella y por sus temas, vota por nosotros», dijo Casar, para quien la defensa de los derechos civiles o de la justicia económica funciona igualmente para el conjunto de la población.

Sus respectivas historias personales sirven como trampolín para sus aspiraciones políticas: «Mi padre llegó a Estados Unidos desde México en 1950. Familias como la mía necesitan una economía que ayude a la gente trabajadora, un sistema sanitario asequible», recalcó Salinas dispuesta a servirles de altavoz.

Sin haber empezado aún la nueva legislatura, los nuevos representantes no se conformaron hoy con sus inminentes primeros pasos en el Congreso federal. El objetivo a largo plazo, apuntaron, es recuperar la mayoría en 2024 y conseguir igualmente en un futuro la llegada de un latino a la Casa Blanca. (Con información de EFE)