Si alguna esperanza rondaba por la Federación Peruana de Fútbol (FPF) en cuanto a no quitarles la sede del mundial, esta se esfumó y vaya de qué forma; la FIFA no solo le quitó la sede, sino que además fue enfático en el motivo que golpeó a todos “Incapacidad del país para cumplir con sus compromisos”, y esto no solo recae en el gobierno de turno. ¿Hace cuántos años se sabía que Perú albergaría el torneo?, ¿este año?, no señores, hace cuatro años; sin embargo, todos se escudan en los desastres naturales que pasa el país estos últimos meses, algo que tampoco desde el Estado se previno a pesar que no es la primera vez que sufrimos este tipo de inclemencias de la naturaleza.
Desde la FPF acusan al gobierno de no cumplir sus compromisos; irónicamente esta entidad liderada por el cuestionado Agustín Lozano, a quién se le escapa su segundo mundial (recordemos que en el 2019 también nos quitaron la sede cuando él ya estaba al mando de la federación), atraviesa también por varias denuncias y situaciones legales que se han hecho públicas en las últimas semanas.
Con todo esto, una vez más quedan al descubierto incapacidades por parte de quienes dirigen el deporte y la nación misma, perjudicando al deporte en este caso al fútbol y a todos sus actores.
Hoy por hoy la sub 17 de Perú afronta el sudamericano clasificatorio al mundial; Pablo Zegarra el técnico de Perú, iba con el objetivo de reforzar la competencia del plantel, de probar algunas incorporaciones pues con la sede definida ya tenía su cupo asegurado al torneo; hoy cambia todo, y en 24 horas el objetivo pasa ahora por lograr una clasificación que hasta después de su primer partido, incluso habiéndolo perdido, ya la tenía.
Una vez más la planificación deportiva se ve afectada por la incapacidad directiva; una vez más el fútbol y la gente paga las consecuencias de malas gestiones que utilizan al deporte como cortina de humo para prometer, pero no para ejecutar, o de personajes que desde que están en el cargo solo han conseguido malos resultados administrativos de gestión y también deportivos.
Desde la FPF tratan de encontrar la excusa perfecta para este segundo fracaso; pero para lo deportivo tampoco lo tendrán. Esta selección sub 17 contrató técnico hace casi dos meses; tampoco hubo un trabajo planificado sabiendo hace más de tres años de nuestra participación mundialista. Hablamos de toda una cadena de malas decisiones e improvisaciones que se ven reflejada en una cancha cuando las selecciones peruanas juveniles solo consiguen malos resultados como hace poco la sub 20.
El tiempo y dinero invertido en la preparación deportiva se pierde; así como una generación que, si bien no venía bien preparada para afrontar el mundial, pudo conseguir en cierta jerarquía que pudo ayudar en la madurez de algunos seleccionados.
Además se pierde una gran oportunidad de crecer en infraestructura sobre todo en provincias donde Chiclayo, Tacna y Piura eran las ciudades del interior seleccionadas, además de Lima y Callao. Chiclayo y Piura urgían de tal apoyo, pues sus emblemáticos estadios Elías Aguirre y Miguel Grau lucen casi en abandono y requieren total cambio; el Jorge Basadre de Tacna, actualmente es utilizado para torneos amateur, no cuentan con las condiciones mínimas ni para albergar fútbol profesional. El fútbol del interior del país veía este mundial con expectativa e ilusión, por la oportunidad que se presentaba para todo el movimiento social y económico en las sedes.
El servicio de hotelería, restaurantes, turismo, todo se ve afectado y de por sí, la economía en general, más allá de dejar a muchos con la decepción de no aprovechar un evento de esta naturaleza que les permita en sus ciudades disfrutar del intercambio cultural y de encontrar la forma de un paliativo para la decaída economía en las ciudades del Perú.
Una vez más el Perú queda como un país incapaz según FIFA, de cumplir sus compromisos, y entre líneas uno puede notar que no solo fue un mensaje al gobierno peruano, también a la federación que bajo el mando del mismo presidente acaba de batir un récord en tan solo 4 años: perder la organización de dos torneos mundiales.